·
Abraham bajó a Egipto
durante un período de hambruna (Génesis
12:10-20).
·
Su nieto Jacob hizo lo
mismo (Génesis 42:1-3).
·
Cuando Agar quería una
novia para Ismael, ella le tomó una novia de Egipto (Génesis 21:21).
· Incluso, después de
haber sido liberados de la terrible esclavitud en esa tierra, los hijos
de Israel anhelaban regresar a Egipto.
Antes
de mirar a personas como Abraham y Jacob, tal vez deberíamos admitir el hecho de que muchos de nosotros también experimentamos un extraña atracción hacia nuestro
Egipto; es decir, el mundo. En verdad, muchas personas del Señor pasan una
gran parte de sus vidas mirando hacia Egipto o viviendo allí a tiempo
completo.
Por
eso, ahora, quiero usar las experiencias de Israel con Egipto y hablarles
por un tiempo sobre cómo superar la atracción de Egipto. Usted
y yo no tenemos que vivir vidas espirituales vencidas, frías y
carnales. Podemos, por la gracia de Dios, caminar en victoria y
poder. Los pensamientos que quiero compartir con ustedes, nos
dirán cómo hacerlo posible.
ISRAEL
DOMINADO POR EGIPTO.
El pueblo de Israel llegó a Egipto por necesidad, y aunque al principio todo fue bueno, con el tiempo, este pueblo comenzó a sufrir mucho en ese lugar. Consideremos algunos de sus más agudos y amargos sufrimientos.
El dolor de su esclavitud. Dice Éxodo 1:10-12, “Ahora, pues, seamos
sabios para con él, para que no se multiplique, y acontezca que viniendo
guerra, él también se una a nuestros enemigos y pelee contra nosotros, y se
vaya de la tierra. Entonces pusieron
sobre ellos comisarios de tributos que los molestasen con sus cargas; y
edificaron para Faraón las ciudades de almacenaje, Pitón y Ramesés.” Como relata la Biblia, el
dolor y el sufrimiento soportados por los israelitas era casi inimaginable.
Por
supuesto, esto muestra vívidamente la esclavitud que padecen los que están cautivos
en el mundo, como dijo Pablo, “en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo
la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el
espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales
también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne,
haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza
hijos de ira, lo mismo que los demás.” (Efesios 2:2-3). Estar fuera de la voluntad de Dios
nunca debe ser visto como un viaje de placer. Es una época de esclavitud
severa, oscuridad y servidumbre.
La progresión de su esclavitud (Éxodo 5:5-19). Después de un tiempo, la esclavitud que sintió Israel
empeoró en lugar de mejorar. Este es siempre el camino con los atrapados
en el mundo. Sus atracciones se fortalecen con el tiempo. Sus
adicciones se fortalecen con el tiempo. Se encuentran más arraigados en el
mundo que nunca. De hecho, esta es la razón por la cual es más difícil
para las personas mayores comprometerse con el Señor Jesucristo. ¡El tiempo y
el pecado merman la conciencia y endurecen el corazón!
¿Le
recuerda esto dónde estaba ante de que Jesús le encontrara y salvara su alma?
Debería, porque Él nos libró de la esclavitud más terrible e inimaginable, la
esclavitud del pecado. Deberíamos alabar al Señor por el día que nos puso libres
de la esclavitud del pecado.
El producto de su esclavitud (Éxodo 2:1-10). Estando en la esclavitud, un
redentor nació en medio de ellos. En ese momento, le prestaron poca
atención, pero un día, él se levantaría para liberarlos de su servidumbre. De igual manera, fue
en este mundo de tinieblas; maldito por el pecado, que Dios envió a su querido
Hijo para nacer, vivir y morir por la humanidad. Pocos lo reconocieron o lo
recibieron cuando hizo su aparición (Juan
1:11), pero lo que logró mientras estuvo aquí, rompió los
grilletes del pecado para todos los que confiaran en Él por fe (Lucas 4:18)
ISRAEL
ES LIBERADO DE EGIPTO.
Después de todo el terrible sufrimiento que Israel estuvo padeciendo en Egipto, finalmente fueron liberados. Pero, ¿Qué exactamente fue lo que les hizo libres?
Fueron liberados por el plan de Dios (Éxodo 3-4). El plan de Dios para liberar a Israel era más antiguo que
Moisés. De hecho, algunos de los detalles de ese plan se habían filtrado a
Abraham cientos de años antes (Génesis
15:13-14)[1]. En los concilios del
Cielo, Dios había determinado cómo y cuándo liberaría a Israel. Cuando
Moisés vino, Dios puso su plan en acción. Era un plan que exigía la fe y
la obediencia, pero era un plan destinado a funcionar.
El
plan de salvación que nos libró a usted y a mí de la esclavitud del pecado, fue
planeado mucho tiempo antes que Jesús muriera en la cruz del calvario. Desde antes de la fundación del mundo, ha habido un solo plan para salvar a los
pecadores perdidos. Fue un plan concebido en el cielo, como dice Apocalipsis 13:8, “Y la adoraron todos
los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la
vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”. Dios determinó dar a su Hijo en
sacrificio para salvar a los pecadores creyentes y arrepentidos, y esto desde
el principio del mundo.
Los
detalles de este plan se revelaron aquí y allá con el tiempo, pero finalmente llegó
a su culminación en una colina llamada, “Calvario”; cuando Jesucristo dio su
vida y derramó su sangre para redimir a los pecadores perdidos. Es un plan
que exige fe y obediencia (Efesios 2:8-9,
Hechos 16:31); y es un plan que funcionará para todos los que
lo reciban (Hechos 2:41).
Fueron liberados por el poder de Dios (Éxodo 5-13). Dios desató su ira contra Egipto y liberó a su
pueblo en una tremenda muestra de poder. Los redimió mediante el ejercicio
de su gran habilidad. Así mismo, la salvación no se produce por el
razonamiento humano, la bondad humana o los actos humanos. La salvación es
únicamente el trabajo del Dios Todopoderoso. Él formuló el plan. Él suministró
la sangre. Él llama al pecador. Él salva al pecador. Él mantiene al pecador.
¡Lo hace todo sin nuestra ayuda o intervención! La salvación existe por su poder.
Fueron liberados alabando a Dios (Éxodo 14:8). Estas personas dejaron Egipto atrás, alabando al
Señor porque habían sido liberados. Fueron redimidos y estaban
emocionados. ¿Recuerda esa vez que, por primera vez, usted se entregó al Señor?
¿Recuerda la emoción y cómo alabó a Dios en su corazón? ¿Recuerda cómo veía
usted a su iglesia, a su palabra, al canto, a su obra? ¿Recuerda aquel
sentimiento al saber que ha sido redimido, sacado de las tinieblas a la luz?
¿Todavía lo siente hoy?
NO
OBSTANTE, AHORA VEMOS A ISRAEL DESEANDO EGIPTO.
Aunque
habían experimentado una liberación tan grande de su esclavitud en Egipto, el
pueblo de Israel continuó experimentando una extraña atracción a esa tierra de
esclavitud, sufrimiento y muerte. Veo lo mismo en las vidas de muchos
creyentes. A pesar de haber sido liberados, todavía sienten una atracción hacia
el mundo, una atracción continua hacia el mundo y sus deseos. Notemos en qué
cosas Israel se sentía atraído a Egipto, porque puede ser lo mismo que le
atraiga a usted hacia el mundo.
Desearon la seguridad de Egipto (Éxodo 14:10-11). En Egipto, eran esclavos, pero si hacían su trabajo,
estaban a salvo y sabían qué esperar. Faraón pudo haber sido su enemigo,
pero al menos no estaba tratando de matarlos. Pero ahora, él está
persiguiendo ardientemente a Israel y tiene la intención de matarlos. Al ver el
peligro inminente, muchos de ellos están arrepentidos de haber salido de
Egipto.
Este
mismo sentir puede venir al corazón del cristiano cuando se enfrenta a una
batalla espiritual. A veces, pueden ser batallas provocadas por una enfermedad,
o por la crisis económica, o incluso por vicios morales, tales como los deseos
de la carne; todo lo cual abruma al cristiano, al punto de llegar a pensar que
es mejor regresar al mundo.
Desearon los suministros de Egipto (Éxodo 16:2-3; 17:3; Números 20:4). En Egipto, los israelitas tenían abundante comida y
agua a su disposición. Pero, cuando se fueron para seguir a Dios, se les
exigió que vivieran sus vidas por fe, confiando en que Él les dará lo que
necesitaban momento a momento. La forma en que el mundo puede salir
adelante es mintiendo, robando y engañando para llegar a lo que quiere y
necesita. La manera de Dios es esperar que Él le dé lo que quiere que tenga (cfr. Mateo 6:33). Esto no atrae a
muchos de sus santos. ¡Los problemas de Israel fueron impaciencia e
ingratitud! Querían regresar a Egipto, donde al menos podían contar con
sus comidas. Muchos de los hijos de Dios también sucumben a la atracción
del mundo cuando se sienten incapaces de confiar en el Señor por fe para todas
sus necesidades. Pero, pueden confiar en Él, como dijo el Salmista, “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo
desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Salmos 37:25). Y Pablo, también dijo, “Mi Dios, pues, suplirá
todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Filipenses
4:19)
Desearon los dioses de Egipto (Éxodo 32:1-8). El pueblo de Israel trató de convertirlos en
nuevos dioses para adorar. Sus nuevos dioses eran simplemente los dioses
de Egipto. Desearon las cosas que adoraban cuando eran esclavos. Y lo
mismo puede sucederle al pueblo redimido de Dios. Cuando miramos hacia atrás a
las cosas que ocuparon nuestras mentes en el mundo, podemos comenzar a desear
esas cosas nuevamente. Tal vez adoramos dinero, poder, sexo, atención,
posesiones, etc. Los dioses del mundo pueden ser una cuerda fuerte para
jalarnos de vuelta a la esclavitud.
Ellos deseaban la estabilidad de Egipto (Números 21:4-5). Los israelitas se quejaron del “camino”. Pensaban
que era demasiado difícil. Anhelaban la vida que vivían en Egipto, donde
cada día era tan predecible como el día anterior. Puede haber sido una
vida de trabajo pesado y esclavitud, pero al menos sabían qué esperar cuando
saliera el sol. ¡La vida de fe es diferente! Los redimidos del Señor
nunca saben a dónde los llevará el camino de la vida. Algunos días, nos
guía a través de los pastos verdes y al lado de las aguas tranquilas de sus
bendiciones. Otros días nos conduce a través del valle de la sombra de la
muerte. ¡Pero siempre nos guía! ¡Eso es importante! Eso es lo
que hace soportable el camino. Cuando perdemos de vista al Pastor, nos
cansaremos del camino y anhelaremos la previsibilidad del mundo y su forma de
vida. Es por eso que debemos mirar la cara del Pastor mientras
viajamos (cfr. Hebreos 12:2).
Despreciaron a quien los salvó de Egipto (Deuteronomio 1:27). ¡Estas personas carnales incluso tuvieron la
audacia de hablar en contra del Dios que los había liberado de la
esclavitud! ¡Lo acusaron falsamente de odiarlos cuando, de hecho, todo lo
que hizo fue para su beneficio! Usted puede pensar que nunca diría algo
así, pero lo decimos sin abrir la boca. Cuando nos negamos a adorar al Señor
como Él lo ha ordenado, lo estamos despreciando. Cuando lo descuidamos a Él y a
Su casa, somos culpables de despreciar al Señor. Cuando vivimos carnalmente y
mundanamente, estamos despreciando abiertamente al Señor que nos redimió del
pecado, diciendo: “¡Preferiría tener el mundo como a Padre!" ¡Es
una tragedia cuando el pueblo de Dios vive como si odiara a Aquel que los
compró de la esclavitud!
VEMOS
A ISRAEL MORIR A EGIPTO
Es
posible morir por la influencia del mundo en nuestras vidas. Esto puede suceder
de una de dos maneras. Ambas formas nos son representadas por Israel.
La mayoría murió en una tierra contaminada (Números 14:3; 22-45). Debido a que se negaron a caminar en el plan de Dios
y decidieron que su camino era mejor que el suyo, ¡les permitió vagar por el
desierto hasta que todos murieron! Durante 40 años deambularon por el
desierto, anhelando los placeres de Egipto. Quizás habían olvidado que
eran esclavos en Egipto. Quizás habían olvidado el aguijón del látigo del
capataz sobre sus espaldas. Quizás habían olvidado el trabajo sin sentido
que no les producía más que esclavitud, más trabajo y, al final, la
muerte. ¡Lo que vieron con tanta lujuria no fue lo que realmente existió! Pero,
debido a que Egipto estaba tan profundamente arraigado en sus corazones, se les
impidió ingresar a la tierra prometida de la victoria. Murieron con Egipto
en sus corazones, y fue solo cuando murieron que realmente murieron en
Egipto. Muchas personas en la familia del Señor están hoy en la misma
triste situación. Están tan enamorados del mundo y de lo que anhelan allí,
que nunca son capaces de superar la atracción del mundo y morir en la derrota,
sin haber caminado en la victoria. ¡Esa es una forma triste de vivir, y no
es para lo que Jesús nos salvó!
La minoría murió en la tierra prometida (Números 14:30). Solo a dos hombres que habían salido de Egipto como
adultos se les permitió entrar en la tierra prometida de la victoria. Se
les permitió hacerlo porque miraban hacia adelante en lugar de mirar hacia
atrás. Querían lo que Dios tenía para ellos allá afuera en lugar de lo que
habían dejado atrás. Vieron a Egipto por lo que era y no querían nada más
que ver con esa tierra. Querían lo mejor que Dios tenía para ellos y lo
recibieron de la mano del Señor. Por cierto, es interesante notar que
después de que Israel cruzó Jordania y entró en la tierra prometida, no se
menciona a nadie que desee volver a Egipto. Jordán es a menudo
representado como la muerte y la tierra prometida como el Cielo. ¡Esto no es
una buena teología!¡Al igual que Caleb y Josué, la victoria sobre la atracción
de Egipto es posible para usted y para mí hoy! El apóstol Pablo en Filipenses nos presenta
la forma de lograr esto (cfr. Filipenses 3:13-15).
El
secreto para superar el pasado radica en alcanzar las cosas que Dios tiene para
usted en el futuro. ¡Puede dejar Egipto para siempre, pero nunca sucederá
hasta que lo desee! Egipto siempre será un problema en su vida hasta que
admita que es un problema (cfr. 1 Juan 1:9),
y tome algunas medidas concretas para cruzar el Jordán entre usted y
él. ¿Cómo hace eso? Al poner distancia entre usted y su Egipto, al soltar esa tierra y todo lo que tiene (2 Corintios 6:17).
CONCLUSIÓN.
Si fuéramos honestos hoy, muchos de nosotros tendríamos
que admitir que tenemos mucha de la esposa de Lot en nosotros. Ella tenía
su Egipto, y su Egipto era Sodoma, y así, ella murió con su Egipto enterrado en
lo profundo de su corazón (Génesis 19:26). Alguien dijo que ella “corrió en una
rutina, vivió en una tensión y murió en un giro”. ¿Por qué terminó ella de
esta manera? Porque ella estaba mirando hacia atrás, a su Egipto. ¡La
mató y le hará lo mismo a usted! Quizás es por eso que Jesús nos aconsejó,
diciendo: “Acordaos de la mujer de Lot” (Lucas 17:32). Por otro lado,
Lot nunca miró hacia atrás y fue librado. ¿Cuál de los dos le representa
mejor a usted?
Superar
la extraña atracción de Egipto en su vida nunca será fácil. Pero, se puede
lograr por la fe del Señor y al poner cierta distancia entre usted y las cosas
que lo atraen. Si estás luchando contra la atracción de Egipto en su vida,
¿por qué no viene ante el Señor hoy y encuentra la ayuda que necesita para
conseguir un Jordán de separación entre usted y él?
Su servidor en Cristo,
Lorenzo Luévano Salas.
[1] Génesis 15:13-14. “Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto
que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será
oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán,
juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.”