Los eventos en este pasaje ocurren muy cerca del final del viaje de 40 años de Israel por el desierto. Dios liberó a los hijos de Israel de Egipto 40 años antes. Les tomó 2 años llegar al río Jordán. Y durante ese tiempo, el Señor les dio Su Ley y les enseñó a adorarlo. Cuando llegaron al Jordán, se negaron a cruzar el río hacia la Tierra Prometida. Debido a su falta de fe y rebelión contra Dios, el Señor sentenció a toda la nación a vagar por el desierto hasta que todos los miembros de esa generación rebelde, con la excepción de Caleb y Josué, murieran. Fueron necesarios 38 años para que todos murieran.

Durante ese período de 38 años; Dios fue fiel en caminar con Israel, alimentarlos con maná todos los días, llevarlos de un lugar a otro y protegerlos de sus enemigos. Dios había sido fiel a su pueblo. 

Sin embargo, llegó un punto donde los israelitas se fastidiaron y se cansaron de vagar por el desierto. Estaban cansados ​​del plan de Dios. Estaban cansados ​​del maná. Estaban cansados ​​de su líder Moisés. Estaban hartos y cansados ​​de todo.

En nuestro texto, en el versículo 4, se nos dice que los israelitas, “partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom”. Ellos se vieron obligados a ir por este camino, porque los edomitas no les daban permiso para cruzar su tierra. Esto obligó a Israel a caminar por una zona desértica terriblemente dura. Era un camino montañoso, accidentado y desolado. A la gente no le gustó. Y entonces, dice el versículo 4, “se desanimó el pueblo por el camino”.  La palabra “desanimo”, describe el sentir que el pueblo tenía en esta travesía. Ya no tenían más ánimo para seguir. Estaban frustrados y sin paciencia con todo este proceso de llegar a Canaán.

La frustración que tenían por causa del camino por el que se veían obligados a caminar, trajo a la superficie quejas que tenían en sus corazones. En el versículo 5 leemos algunas de ellas.

•   Se quejan de que Dios y Moisés los sacaron de Egipto solo para que murieran en el desierto.

•   Se quejan de la falta de comida.

•   Se quejan de la falta de agua.

•   Se quejan del maná que Dios les envía todos los días. (El maná, si usted recuerda, fue una comida milagrosa. Cayó en su campamento por la noche. Fue abundante. Fue gratis. Fue buena. Fue nutritiva. Fue un regalo de gracia de parte de Dios para alimentar a Su pueblo hambriento. El matemático ha calculado que se habrían necesitado 240 cargas de maná cada día para alimentar a una nación del tamaño de Israel. La cantidad y calidad del maná ilustra la gracia, el poder y la generosidad del Dios Todopoderoso).

Pero, a pesar de la gracia de Dios al librarlos de Egipto, a pesar de Su generosidad al alimentarlos, y a pesar de Su guía, comenzaron a murmurar y a quejarse. Se quejaron del líder que Dios les dio y también presentaron su queja contra el Señor.

En respuesta a sus quejas, Dios envió un juicio sobre Israel en forma de "serpientes ardientes". Sin embargo, junto con el castigo vino el perdón, y esta es la magnífica verdad que quiero que hoy ustedes tengan en mente.

Este pasaje es una mirada dura a las consecuencias del pecado, pero también ilustra el amor y la gracia de Dios por los perdidos. Este pasaje, aunque antiguo, es una vívida ilustración de lo que Jesús hizo por los pecadores en la cruz. Al hablar con Nicodemo, Jesús usó este evento como una ilustración de Su propia muerte por los pecadores en la cruz del Calvario, Juan 3:14-15. Jesús dijo, “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Para Israel, esta situación degeneró rápidamente en una situación desesperada. Fueron mordidos por víboras feroces y mucha gente estaba muriendo. No hubo tratamiento para las mordeduras de serpiente. No hubo escape de las serpientes. Estaban atrapados en circunstancias desesperadas de las que no podían escapar.

Me gustaría que consideráramos los hechos de otro caso desesperado. Este pasaje nos enseña, una vez más, que hay esperanza para los casos difíciles. Hoy, consideraremos El caso de las serpientes ardientes.

Este pasaje nos enseñará que hay esperanza para aquellos atrapados en las garras del pecado. Hay salvación para los que perecen. Hay esperanza para los desesperados Hay perdón y redención para los que han caído. Hay esperanza de gozar una vida limpia, sana y recta en el Señor.

Dice Número 21:4-5, “Después partieron del monte de Hor, camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom; y se desanimó el pueblo por el camino. 5Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano”. Aquí tenemos…

SERPIENTES ARDIANTES VINIERON POR EL PECADO DE ISRAEL

En este evento, Israel fue culpable de varios pecados terribles contra Dios.

Rechazaron a la persona de Dios. Al principio del versículo 5, dice: “Y habló el pueblo contra Dios”. Debido a que hicieron esto, el Señor los juzgó con dureza. Ahora, no piense ni por un momento que Dios es demasiado sensible. No piense ni por un momento que Dios es un ser que solo está esperando el momento para juzgar a los culpables con rapidez y dureza. El problema es que, si existe una cosa que el pueblo de Israel sabía hacer, y sabían cómo haberlo bien, era quejarse una y otra, y otra vez. De hecho, eso es todo lo que habían estado haciendo durante treinta ocho años. Echemos un vistazo a los miserables lloriqueos que encontramos por el libro de Número.

  • “Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová” (11:1)
  • “Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto ojalá muriéramos!” (14:2)
  • “El día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: Vosotros habéis dado muerte al pueblo de Jehová” (16:41)
  • “Entonces los hijos de Israel hablaron a Moisés, diciendo: He aquí nosotros somos muertos, perdidos somos, todos nosotros somos perdidos” (17:12)

Hasta ahora, Israel había sido culpable de hablar en contra de sus líderes. En este pasaje se nos dice que “hablaron contra Dios.” Ahora no solo están expresando su enojo contra otras personas, sino que dirigen su enojo y molestia directamente en contra de Dios.

Mis hermanos y amigos, ¿Pueden imaginar la audacia y la arrogancia que se necesitaron para que estos seres humanos insignificantes hablaran en contra de Dios? Antes de que Dios los escogiera, y antes de que Dios los salvara por Su gracia, no eran nadie. No eran más que esclavos comunes en la tierra de Egipto. Ahora, se atreven a hablar en contra de Dios. 

Rechazaron la promesa de Dios. En Números 21:5, dijeron a Moisés, y también a Dios: “¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto?” Dios le había asegurado a la nación de Israel que los llevaría a la Tierra Prometida. Tenían Su palabra al respecto. Sin embargo, miraron a Dios directamente a los ojos y dijeron con descaro, arrogancia y blasfemia: “No te creemos”. Ellos llamaron a Dios mentiroso, y de hecho, lo acusaron de haberlos traído hasta este lugar para matarlos.

Recuerda esto: cada vez que dudamos de la Palabra de Dios, desacreditamos a Dios. Recuerde lo que dijo Pablo acerca de Dios y su palabra: “Sea Dios veraz; y todo hombre mentiroso” (Romanos 3:4)

Para que nos quede claro, Dios tiene Su Palabra en alta estima. El salmista dijo esto: “Me postraré hacia tu santo templo, y alabaré tu nombre por tu misericordia y tu fidelidad; porque has engrandecido tu nombre, y tu palabra sobre todas las cosas (Salmo 138:2). Él espera que leamos, honremos, obedezcamos y hagamos de Su Palabra el estándar de nuestras vidas, porque su palabra es tan sagrada e importante como lo es él. No es bueno, ni correcto dudar de las palabras de Señor. 

Rechazaron la provisión de Dios. Para colmo de males, dijeron en Números 21:5, “Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano”. Dios les proporcionó pan todos los días. Cuando necesitaban agua, se la daba. Pero qué están diciendo aquí. Ellos mintieron y no apreciaron las cosas que habían recibido de la mano del Señor.

Ahora, ya que estamos aquí, vale la pena mencionar dos palabras de este versículo.

  • La palabra “fastidio”, significa "estar disgustado". Dios, amablemente les dio el maná del cielo todos los días. Lo usó para mantenerlos alimentados y saludables. Sin embargo, miraron la provisión de la gracia de Dios y dijeron “esto es repugnante."
  • Sobre el maná, dijeron que se trababa de un pan “liviano”, lo cual significa "sin valor". Dijeron que el maná era "inútil". Pero, el maná estaba lejos de ser inútil. Mientras estaban en el desierto, este pan no solo era su fuerza, su sustento, era su misma salvación. ¡Sin él, se habrían muerto de hambre! Sin embargo, estaban renegando y renunciando a lo único que les dio vida.
Rechazaron al profeta de Dios. No solo hablaron contra Dios, también hablaron "contra Moisés". Si un hombre rechaza a Dios, rechazará también al hombre de Dios. Si una persona no está en sintonía con Dios, eventualmente se peleará con el hombre de Dios. Para quienes servimos a Dios, esta es una buena lección a tener presente.

Si usted ama a Jesús y vive para él, el mundo le odiará. El mismo Señor Jesús dijo: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. 19Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Juan 15:18-19).

Pablo agrega esta verdad: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución” (2 Timoteo 3:12).

Así que, aquí hay una nación para la cual Dios ha provisto todo lo necesario para que sean felices, saludables y santos. Lo que debería haber sido el dulce olor de la bondad de Dios, se había convertido en un hedor en sus fosas nasales. Aquello por lo que deberían haberle alabado, resultó en que levantaran su espada. Lo despreciaron por su gracia. Lo odiaban por su generosidad. Lo criticaron por su guía.

Esto es lo que hace el mundo perdido todos los días, y también aquellos hermanos que se han apartado de Dios. Respiran el aire de Dios, comen Su comida, bebe Su agua y disfrutan Su mundo, mientras desprecian la Palabra de Dios, rechazan Su autoridad y se niega a someterse a Su voluntad. Sacuden sus débiles puños hacia el cielo y se jactan de su pecado y expresan su desafío a Dios. Todos los días, en todos los sentidos, el mundo perdido prueba que son pecadores malvados, depravados, que merecen el juicio que Dios les envía, Ef. 2:1-3.

El pecado de Israel no fue exclusivo de Israel. Sucede todos los días en nuestro mundo. Lo que hace que su pecado sea tan malo es el hecho de que conocían a Dios. Estaban en una relación con él. Tenían Su Palabra. Tenían Su presencia. Tenían sus promesas y lo habían visto cumplir esas promesas una y otra vez. Sin embargo, se volvieron contra él y lo rechazaron de plano. Esa es una tragedia terrible y ocurre con demasiada frecuencia. Pero, sepan que, cuando alguien lo hace, siempre habrá que pagar un precio.

SERPIENTES ARDIANTES FUERON LA SENTENCIA DE ISRAEL

Leamos Números 21:6, “Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel”.

Debido a la rebelión de Israel, Dios envía juicio sobre ellos en forma de "serpientes ardientes".

Las serpientes fueron merecidas. La serpiente, como usted sabe, es un símbolo del pecado. Satanás se disfrazó de serpiente en el jardín del Edén. A lo largo de la Biblia, la serpiente es un símbolo de pecado, maldad y rebelión contra Dios. Conviene que el Señor envíe serpientes entre el pueblo.

El pecado es como una serpiente. El pecado tiene un poder tremendo sobre nosotros. Siempre está ahí, en las profundidades de nuestro corazón, esperando como una cobra para golpearnos y llenarnos con su veneno mortal. Si se permite que el pecado hunda sus colmillos en nuestra vida, se enrollará a nuestro alrededor hasta que nos haya ahogado totalmente. No se detendrá hasta que nos haya destruido, no solo a nosotros, sino también a todo lo que amamos.

Las serpientes eran espantosas. Se las llama serpientes “ardientes”. Creo que fueron llamadas así por el intenso dolor que podían infligir a sus víctimas. Lo más probable es que se trate de un tipo de víbora que se encuentra en el Medio Oriente. Se dice que la mordedura de estas víboras es inmensamente dolorosa. La investigación sobre ese tipo de víbora revela los siguientes síntomas de la mordedura de la víbora:

  • La inyección de veneno inicia un dolor quemante en el sitio de la mordedura.
  • La hinchazón comienza de inmediato.
  • La decoloración en el lugar de la mordedura varía de blanco a rojos llameantes, púrpuras y azules oscuros.
  • Las víctimas experimentan náuseas, vómitos, dolores de estómago insoportables y terribles calambres.
  • La víctima comienza a experimentar una sed extrema.
  • El hígado y los riñones resultan dañados por la filtración de toxinas, lo que provoca una sensibilidad extrema en el área abdominal inferior, provocando intensa diarrea.
  • El que ha sido mordido, sufre de hemorragias nasales, por la boca y los ojos.
  • El veneno destruye las células sanguíneas y provoca hemorragias donde los capilares están cerca de la superficie. Una persona suele morir por sangrados internos.

Lo peor del caso, es que no existe una muerte rápida. El sufrimiento es se prolonga durante uno, o hasta dos días.

¿Cuál es el punto? El punto es que Dios está tratando de enseñarnos aquí, que el sufrimiento sigue al pecado como la noche sigue al día. Esto es interesante, porque, mientras que el mundo nos vende la idea de que es difícil ser cristiano, el Señor, por su parte, dice: “mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11:30)

Mis hermanos y amigos, no es el camino del cristiano el que es difícil. Lo que es verdaderamente difícil, duro y doloroso, es el camino del pecado. Proverbios 13:15, dice: “El buen entendimiento da gracia; mas el camino de los transgresores es duro”.

Por difícil que sea decirlo, los pecadores perdidos obtienen exactamente lo que merecen de la mano de Dios:

  • Salmo 9:17 – “Los malos serán trasladados al Seol, todas las gentes que se olvidan de Dios”.
  • Apocalipsis 20:15 – “Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego”.

Las serpientes eran mortales. En Números 21:6, dice, “y murió mucho pueblo de Israel”. Y esto es exactamente lo que hace el pecado, ¿no es verdad? El pecado se presenta con muchos “placeres”, pero, como dice Hebreos 11:25, todos y cada uno de ellos son “deleites temporales”; pues luego que el pecado ha sido consumado, “da a luz la muerte” (Santiago 1:15). Como dijo el profeta, “El alma que pecare, esa morirá” (Ezequiel 18:20). Y Pablo, también dijo que “la paga del pecado es muerte” (Romanos 3:23).

Tenga cuidado, porque la misma serpiente que causa la muerte, es la misma serpiente que les dirá que Dios no castiga el pecado. Pero, todavía hay un castigo feroz, fatal y terrible para aquellos que mueren en su pecado.

Ahora alguien dice: "Oh, está hablando del infierno". ¿No es interesante que mientras la gran mayoría de personas ya no creen en el infierno y se enojan cuando un predicador habla sobre él, todos, sin embargo, hablan del infierno y lo usan como sinónimo en muchas de sus expresiones? Quiero que este asunto sea lo más fácil de entender posible.

La Biblia dice que el pecado es una deuda, y cuando una persona tiene una deuda, la deuda se paga o el deudor es castigado. O tu pecado fue pagado por Jesucristo cuando murió en la cruz, o tu deuda por el pecado será castigada en el fuego del infierno. Los pecadores desafiantes enfrentarán el juicio de serpientes mortales.

Hay un lugar real llamado Infierno y todos aquellos que rechazan a Jesucristo pasarán la eternidad allí. 1 Tesalonicenses 1:8-9, dice que el Señor vendrá “en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; 9los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder”.

Escuche de nuevo lo que dice la parte final de Números 21:6, “y murió mucho pueblo de Israel”. Eso es decirlo suavemente. La gente está cayendo como moscas, muriendo por todo el campamento de Israel.

Tenga en cuenta que estamos hablando de dos a cuatro millones de personas en un área de doce millas cuadradas. Las serpientes venenosas los muerden y se enferman y mueren. No había hospital, e incluso si lo hubiera, no habría sido lo suficientemente grande para atender a todos los que estaban enfermos.

No hay médicos, e incluso si los hubiera, no habría suficiente para todos los pacientes.

No hay antídoto, ni otros medicamentos, e incluso si los hubiera, no habría suficiente para todos.

Esta es una situación desesperada. La gente está muriendo en todas partes y parece que no hay cura disponible y no hay ayuda a la vista.

Qué cuadro tan trágico se pinta aquí sobre el pecador perdido y su condición caída. Dejado a sí mismo, el pecador perdido se encuentra en una condición desesperada e impotente. No puede cambiar su situación. No puede salvarse del veneno del pecado que corre por sus venas. 

Por eso me regocijo con un pensamiento tremendo que se presenta en este pasaje. Aquí está: aunque una situación pueda ser desesperada, con Dios nunca es desesperada. 

Ahora, vean lo que dice Números 21:7, “Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo”. Aquí tenemos…

SERPIENTES ARDIANTES PROVOCARON MUCHO DOLOR EN EL PUEBLO

Cuando ha sido mordido por una serpiente mortal, solo hay dos cosas que puede hacer: puede sentarse y morir, o puede levantarse y hacer algo al respecto. Los israelitas optaron por hacer algo al respecto. Dieron los tres pasos que toda persona debe tomar, si quiere ser curada de la mordedura de serpiente del pecado y escapar del juicio ardiente del infierno.

Primer paso: Hubo convicción. “Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado”. No importa lo que usted haga, pues hasta que llegue a ese punto de su vida en el que esté dispuesto a decir: "He pecado", nunca será salvo. Esto fue lo que hizo David cuando escribió el Salmo 51:1-4, “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones. 2Lávame más y más de mi maldad, Y límpiame de mi pecado. 3Porque yo reconozco mis rebeliones, Y mi pecado está siempre delante de mí. 4Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos; Para que seas reconocido justo en tu palabra, Y tenido por puro en tu juicio”.

Segundo paso: Hubo confesión. La gente dijo a Moisés: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti. La verdadera convicción siempre va seguida de una confesión completa. De hecho, la confesión no solo sigue a la convicción, sino que la convicción realmente obliga a la confesión. El pecador debe ser honesto acerca de su condición antes de que pueda haber salvación. Como dijo Juan, “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9)

Tercer paso: Hubo contrición. La gente continuó diciendo Moisés: “ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo”. El paso final es cuando nos damos cuenta de que nuestra única esperanza es Dios. Cuando el pecador llega a ver su condición perdida y confiesa esa necesidad ante el Señor, el pecador estará en un lugar donde se volverá al Señor en busca de la ayuda que necesita.

Dice Números 21:8-9, “Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. 9Y Moisés hizo una serpiente de bronce, y la puso sobre una asta; y cuando alguna serpiente mordía a alguno, miraba a la serpiente de bronce, y vivía”.

LA SALVACIÓN DE ISRAEL

Increíblemente, la cura para este problema de las serpientes no es una pastilla o una poción. La solución es una serpiente de bronce levantada sobre un poste. Hay algunas verdades preciosas que quiero que veamos aquí.

Es una imagen de la provisión de Dios - ¿A quién se le ocurrió un plan como este en primer lugar? El versículo 8 dice: “Entonces el Señor le dijo a Moisés.” El plan de salvación es la idea de Dios, y la idea de Dios sobre la salvación nunca ha cambiado. La imagen en que las personas fueron salvadas aquí en el Antiguo Testamento es exactamente la imagen en que las personas se salvan en el Nuevo Testamento. Y es la forma en que la gente todavía se salva hoy.

En Números 21, se proporciona un medio por medio del cual Dios salvar a los perdidos. En el Nuevo Testamento, Jesucristo es provisto por Dios para salvar a los pecadores. La diferencia es que en Número vemos la imagen que apunta hacia nuestro Señor Jesucristo, y pero en el Nuevo Testamento lo vemos a él. Vemos la realidad. Vemos el sacrificio anunciado por este evento.

Es una imagen del poder de la gracia - Quiero que veas algo sobre esta maravillosa salvación.

1. Era infalible: todos los que miraban vivían. No solo se sintieron mejor, se recuperaron. En el Antiguo Testamento, la Biblia dice: "mira y vive". En el Nuevo Testamento, la Biblia dice: “cree… y serás salvo”. (Juan 3:16; Hechos 16:31). Mirar es a los ojos, lo que la fe es al corazón. Si usted miraba a esa serpiente de bronce, tenía la garantía de vivir. Y si cree en el Señor Jesús, será salvo. “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo (Romanos 10:13)

2. Era individual: todos tenían que buscar por sí mismos. Nadie podía buscar a otra persona. Si fue mordido y quería ser curado, tenía que buscarlo usted mismo. Cualquiera podía ser curado, pero no todos fueron curados, porque no todos miraban. 

3. Fue instantáneo. Las personas que vieron esa serpiente no tuvieron que esperar, orar o pagar por esta salvación. Al momento en que miraban, era el momento en que vivían. La salvación no era un proceso. Y hoy tampoco lo es. Si usted obedece el evangelio hoy, entonces hoy será salvo. 

4. Fue invaluable. la sanidad que Dios proporcionó a través de esa serpiente fue gratuita, fácilmente disponible, suficiente y funcionaría para cualquiera. ¡Y así es con Jesucristo! ¡Cualquiera puede ser salvo si quiere! Apocalipsis 22:17, “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.

Ahora, hay algunas lecciones que debemos extraer de este pasaje acerca de nuestra relación con el Señor Jesús, y cómo debemos ser salvos y qué debemos hacer después de ser salvos.

Debemos mirar a Jesús en busca de salvación. Piense en ello. La única condición impuesta a estas personas era simplemente mirar. Los israelitas podrían haber probado todo tipo de remedios caseros. Podrían haber bañado sus heridas con lágrimas de remordimiento. Podrían haberse puesto el ungüento de la religión. Podrían haberse vendado con buenas obras. ¿Sabe lo que hubiera pasado? Esas mordeduras de serpiente del pecado los habrían matado.

Escúchame bien. Las personas que murieron no murieron solo porque las habían mordido. Al final, murieron porque no querían mirar (v. 8).

Tómese un momento para volver en su mente a ese día, e intente imaginar la escena.

Aquí hay un hombre que se ha curado maravillosamente al mirar a esa serpiente. Empieza a ir de tienda en tienda tratando de que otras personas miren. Un hombre dice: “Oh, estoy demasiado enfermo, ni siquiera esa serpiente levantada pudo curarme."

Va a la siguiente tienda. Él dice: “Señor, si mira, será salvo”, y el hombre dice: “Bueno, no siento que esta mordedura de serpiente sea tan mala. De hecho, no me han mordido tanto como a algunas personas. Solo me han mordido una vez. Conozco a algunos hermanos en la iglesia que han sido mordidos dos veces. Así que, no creo que haya problema."

Este hombre va a la tercera tienda. Él dice: "Señor, si mira, será salvo". El hombre dice: “Bueno, cuando me recupere, miraré. Pero no voy a mirar hasta que tenga esa sensación de curación. Pero les digo que cuando arregle mi vida y supere esta mordedura de serpiente, miraré. "

Va a una cuarta tienda y un hombre dice: “Oh, no creo en esa teoría de la serpiente de bronce. No creo en eso. No veo ninguna relación o conexión entre una serpiente levantada en un poste y esta mordedura de serpiente que me está matando. No estoy interesado ".

Va a otra tienda y dice: “Señor, está tan enfermo. Si solo miras a esta serpiente, vivirás". El hombre dijo: “Sabes, realmente me he apegado a este veneno, o al menos él se ha apegado a mí. Detesto dejarlo. Lo disfruto un poco. Si miro a esa serpiente, tendré que renunciar a esta sensación, y creo que me aferraré a lo que tengo, lo siento, estoy atrapado. "

Ahora, todo puede sonar ridículo para usted, pero el mundo está lleno de personas que dan ese mismo tipo de excusas día tras día de por qué no miran al Señor Jesucristo y se salvan. Las únicas personas que mueren en sus pecados y van al infierno, es porque se niegan a buscar la salvación de Jesús.

Juan 8:24, “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis”.

Juan 3:16-18, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. 17Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. 18El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.

Juan 3:36, “El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él”. 

Debemos exaltar a Jesús para que otros lo vean. Para demostrarle lo que dije antes acerca de la relación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, escuche lo que Jesús mismo dijo acerca de esta historia en Juan 3:14-15, “Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado, 15para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Si Jesucristo fue levantado en la cruz para pagar por nuestros pecados, y si Él es la única esperanza que tenemos de salvación, ¿no está de acuerdo conmigo en que deberíamos estar levantando a Jesús para que otros puedan escuchar acerca de Él y ser salvos? 

Deja que tu imaginación regrese conmigo solo una última vez.

¿Puedes oír los sollozos y los lamentos por todo el campamento?

Todas las familias se han visto afectadas por las mordeduras de esas serpientes venenosas. Los ojos están rojos de llanto; las mejillas palidecen de miedo; se han aplicado lociones y pociones; se han compuesto las hierbas; se han bebido medicamentos; porque la gente está muriendo por centenares y por miles, jóvenes y viejos, perecen.

Dondequiera que mires hay funerales y entierros. 

Entonces, de repente, un grito divide el aire como un cuchillo atravesando la mantequilla.

“¡Una cura! ¡Una cura! ¡Una cura!"

Las personas que habían sido mordidas, las personas que estaban muriendo, ahora entran y salen corriendo de tienda en tienda, diciendo: “¡Mira y vive! ¡Mira y vive! ¡Mira y vive! "

Pronto, por cientos, y luego por miles, víctimas de serpientes febriles, doloridas y agonizantes, son evacuadas de sus tiendas a lugares donde simplemente pueden mirar y ver esa serpiente de bronce en ese poste alto, y en todas partes instantáneamente la gente se cura… y la gente se salva.

En una tienda, una madre se inclina sobre la forma débil y febril de su hijo moribundo. Ella acaba de enterrar a su padre y ahora sabe que está a punto de enterrar a su hijo. 

De repente, un vecino entra corriendo y dice: “Tu hijo no tiene que morir. ¡Hay cura! "

La madre, con los ojos muy abiertos y asombrada, dijo: “¿Qué tengo que hacer? "

Él le dice: “Recógelo y sácalo. Haz que mire la serpiente de bronce en el poste "

La madre lo saca de la tienda y dice: “¡Mira, ahí está! "

Ella levanta la cabeza de ese niño. Ella abre solo uno de sus ojos y dice: "Hijo, mira".

Ese niño mira, ¿y lo ve? Sí, lo ve.

El color vuelve a sus mejillas. La fiebre sale de su frente sudorosa. Su dolor de cabeza se detiene. Abre los ojos. Se sienta. Se pone de pie. ¡Salta, grita, baila, porque ha sido total y maravillosamente curado!

¿Le ha pasado alguna vez? Me ha pasado esto. Si le ha pasado a usted, querrá que pase a otros. Es natural que cuando miras a Jesús, quieres levantar a Jesús.

CONCLUSIÓN

¿Ha sido mordido por la serpiente del pecado? ¿Puedes sentir su veneno trabajando en tu sistema? ¿Eres consciente del dolor y los problemas que te ha causado el pecado? ¿Eres consciente del hecho de que vas a morir y, cuando lo hagas, te vas al infierno? ¿Eso te describe? 

Si es así, déjame decirte que no tienes que morir sin Jesús. No tienes que vivir ni un minuto más como esclavo del pecado y su poder. ¡No tienes que ir al infierno!

Estoy aquí hoy para invitarte a mirar y vivir. ¡Mira a Jesús y sé libre! Es tan simple como eso. ¡Una mirada salvó a Israel, y una mirada también te salvará a ti!

Si eres salvo, ¿lo estás elevando hacia quienes te rodean? ¿Lo estás “sacando del fuego”Judas 23? ¿Puede la gran comisión de Marcos 16:15; Mateo 28:19-20, convertirse en la gran omisión? ¿Necesitas pedirle al Señor que te perdone por no decirle a los perdidos acerca de Cristo? ¿Necesitas venir a orar por las almas perdidas hoy? 

Si usted es salvo, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que se postró a sus pies, lo amó y le dio las gracias por todo lo que ha hecho por usted?

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que alzó la voz para testificar de su gracia salvadora?

¿Cuánto tiempo ha pasado desde que fue vencido y abrumado por su poder, su amor, su gracia y su gloria?